Cada semana se registran nuevas mordidas, ataques y accidentes provocados por animales sueltos, mientras la conciencia y la responsabilidad parecen ausentes.

En Campo Quijano, el gerente del hospital local, Juan Pablo Castillo, reveló un dato que generó preocupación: cada ataque de perro cuesta alrededor de $100.000 al sistema de salud pública. Solo en los últimos meses se reportaron al menos cinco mordidas por semana, lo que deja no solo heridos, sino también un gasto millonario para el Estado.

La situación se repite en Rosario de Lerma, Chicoana y otras localidades de la región. Aunque algunos municipios impulsan campañas de castración y control animal, los ataques continúan y los perros callejeros se multiplican.

Uno de los casos más recientes fue el brutal ataque de un pitbull a una adolescente en Campo Quijano, cuyo dueño nunca se presentó ante la Justicia. Una escena que refleja la falta de empatía y responsabilidad que rodea esta problemática: perros criados en condiciones de maltrato y abandono que terminan convertidos en armas.

A esto se suma otro drama: los animales sueltos en rutas y caminos. Caballos y perros vagan entre los vehículos, provocando accidentes fatales. Hace pocos días, un siniestro en Quijano terminó con una vida perdida.

El debate ahora está abierto y divide a la sociedad. Algunos exigen penas más duras para los dueños irresponsables, mientras otros piden políticas públicas sostenidas para el control animal.
Lo cierto es que el problema superó el límite de lo tolerable.

 

Mientras no se entienda que tener un animal implica una obligación y no un capricho, los perros maltratados seguirán transformándose en perros peligrosos. Y las víctimas -humanas o animales- seguirán acumulándose.