El influencer Julián Serrano protagonizó un escándalo en Cerrito, un pequeño pueblo cercano a Paraná, tras ser denunciado por los vecinos por no respetar las medidas sanitarias impuestas para evitar contagios de COVID-19. Serrano, quien pasó la cuarentena en Paraná, decidió visitar Cerrito durante el fin de semana, a pesar de que el pueblo no permite el ingreso de personas de otras localidades.

El malestar de los vecinos se desató cuando vieron al actor en redes sociales, compartiendo imágenes mientras comía un sándwich con amigas en un local sin cumplir con el distanciamiento social ni el uso de barbijo. Esto provocó la furia de la comunidad, que llevaba meses cumpliendo estrictamente con las restricciones. "Es el colmo. Nosotros hace seis meses que estamos encerrados y toda una vida viviendo en el pueblo. Viene gente de afuera, pone un negocio y tiene todos los privilegios; pero vos te tenés que encerrar", expresó indignada una vecina a través de redes sociales.

Ante el creciente enojo en Cerrito, el dueño del local emitió un comunicado pidiendo disculpas y explicando la situación: "No sabíamos la magnitud del caso y éramos ajenos a ciertas reglas del pueblo. Hablamos con el control policial e informamos que vendrían cuatro personas de Paraná, dos de las cuales son encargadas de la publicidad del local. Vinieron a trabajar y acudieron con sus respectivas parejas porque no saben manejar". Según el comunicado, Serrano y sus acompañantes sólo tuvieron contacto con una moza del lugar y respetaron los protocolos establecidos.

El escándalo fue de tal magnitud que el intendente de Cerrito, José Palacios, convocó a una conferencia de prensa para abordar la situación. "Desconocíamos lo que había pasado. Me puse en contacto con el subjefe de la comisaría a cargo en ese momento y solicité que se realice el procedimiento para que esas personas se retiren del lugar en el que estaban, que no correspondía", explicó Palacios.